Dirigentes de todo el mundo se comprometen a actuar para garantizar el futuro de la medicina moderna

La resistencia a los antibióticos, una amenaza a los avances clínicos de la humanidad, está asociada a más de un millón de muertes al año


En la Asamblea General de las Naciones Unidas celebrada en Nueva York, todos los países han respaldado una nueva e importante declaración política para reforzar de manera sustancial la lucha contra la resistencia a los antimicrobianos, que supone una grave amenaza para la medicina moderna.

La resistencia a los antimicrobianos podría dar al traste con un siglo de avances de la medicina y hacernos retroceder a una época en la que no existían antibióticos. Infecciones que hoy podemos curar serían mucho más difíciles de tratar e incluso podrían llegar a ser letales.

La resistencia a los antibióticos, una amenaza a los avances clínicos de la humanidad, está asociada a más de un millón de muertes al año.

Este fenómeno se produce en gran medida por el uso inadecuado o excesivo de antimicrobianos (incluidos los antibióticos), ante los cuales los microbios se hacen resistentes, de manera que las enfermedades se tornan más peligrosas y mortíferas. Es un problema que tiene graves repercusiones para la salud en general, y conviene destacar que las infecciones más resistentes suelen surgir y propagarse en los establecimientos de salud. Debido a esta resistencia, todos los procedimientos médicos habituales entrañan más riesgos. En los países de ingresos medianos y bajos, cerca del 11% de las personas que se someten a una intervención quirúrgica contraen una infección.
Son precisamente estos países los que soportan la mayor carga de las infecciones farmacorresistentes, pues la resistencia a los antimicrobianos se ve agravada por la falta de acceso a agua salubre, la sobrecarga de los sistemas de salud, las limitaciones presupuestarias, el escaso acceso a diagnósticos y tratamientos adecuados y la aplicación insuficiente de la legislación. Un ejemplo particularmente alarmante de la difícil situación que atraviesan estos países es el aumento de la sepsis del recién nacido en los hospitales.

Un ejemplo particularmente alarmante de la difícil situación que atraviesan los países de ingresos medianos y bajos es el aumento de la sepsis del recién nacido en los hospitales

Es también en estos países donde se ha agudizado más la crisis de acceso a los antimicrobianos, tanto los nuevos como los ya existentes, porque, para ellos, la escasez representa un problema mucho más grave que el uso inadecuado o excesivo. Pero estos países no se ven afectados por la escasez de recursos básicos para curar infecciones, sino que también sufren una falta de acceso a vacunas que alimenta el riesgo de aparición de farmacorresistencias y una falta de acceso a medios de diagnóstico que dificulta la detección de infecciones farmacorresistentes y la prescripción de tratamientos adecuados.

La resistencia a los antimicrobianos también acentúa los problemas que atraviesan zonas que viven situaciones críticas, como en GazaSudán y Ucrania, donde está complicando el tratamiento de las heridas de guerra. En Gaza, la tendencia al alza de la resistencia a los antimicrobianos ya era muy evidente incluso antes de que estallara el conflicto actual, como puso de manifiesto el incremento del 300% en la resistencia a ciertos antibióticos entre los heridos en las manifestaciones de 2018-2019.

Además, los patógenos que adquieren resistencias en zonas de conflicto se propagan y extienden esas resistencias a medida que la población huye a otros lugares, se organizan evacuaciones médicas y se trata a los soldados junto a los civiles en los hospitales. Todo ello confirma una vez más el principio de que no hay mejor medicina que la paz.

La resistencia a los antimicrobianos está asociada a más de un millón de muertes al año, y se prevé que esta cifra aumente en las próximas décadas.

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